En el invierno de 1976, pasé tres meses en el Paquistán
haciendo el trabajo de campo para de mi tesis doctoral.
En ese tiempo, yo estaba asignado al Proyecto de Observación de Canales Aluviales (ACOP, por sus siglas en Inglés)
y jefaturaba un equipo de batimetría fluvial.
Estaba investigando el comportamiento de los thalwegs meándricos que en ese tiempo
estaban desarrollándose en los Canales Link,
del Sistema de Irrigación de la Cuenca de Río Indus.1
Nuestra tarea en ese momento era el Canal Q-B Link (Qadirabad-Balloki), cerca de Chuharkana, en Punjab.
Un día nuestro equipo decidió empezar temprano, y omitimos el desayuno en la Casa de Huéspedes.
Teníamos en mente tomar el desayuno en algún lugar cerca de la labor de campo.
Paramos en un lugar pequeño y poco ostentoso, y yo ordene dos huevos fritos y un vaso de leche.
Para mi agradable sorpresa, los huevos estaban deliciosos, seguro los mejores que había probado en mucho tiempo.
Sentí curiosidad por saber donde conseguían esos huevos tan buenos, así que le pregunté al muchacho.
El fue a la cocina y segundos después produjo la gallina que había puesto los huevos.
¡No había duda que esos eran huevos frescos!
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