En enero de 1992, estuve tres semanas en Belgaum, India, en una consultoría, apoyada por el PNUD, con el
Centro Regional [de Roca Fuerte] del Instituto Nacional de Hidrología de la India.
Mi tarea era proveér entrenamiento a los científicos del centro en el tema de la hidrología de cuencas.
Mi visita llevó a la publicación, en 1995, de dos artículos sobre el balance hídrico.1, 2
Una noche después del trabajo, uno de los colegas del centro me invitó a comer en un restaurante de la localidad.
En nuestro trayecto al restaurante, mi colega se acordó que tenía que hacer sus rezos diarios,
y me invitó a acompañarlo, prometiendo que sería rápido.
Yo acepté, pensando que sería una experiencia diferente.
Después de una hora de cánticos y otros rituales religiosos, la ceremonia finalmente terminó
y continuamos hacia el restaurante. Tratando de ser cortés, pregunté a mi acompañante
como hacía para recordar los cánticos por tanto tiempo. Mi interlocutor respondió en forma pausada: "Fue fácil.
Cada tres minutos repetíamos lo mismo."
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