En la primavera de 1993, visité por primera vez el valle de Ojos Negros, en Baja California, México,
acompañado de Walter Zúñiga, que en ese tiempo era alumno de la maestría en la UABC/Ensenada.
El propósito de nuestra visita era examinar los daños causados
por las lluvias de ese invierno en el drenaje de la Laguna Hanson, situada
en la Sierra Juárez. Poco tiempo después, Don Miguel Vélez,
el delegado municipal, nos invitó a un jaripeo, la versión
mexicana del rodeo.
La atracción del rodeo era "El Mofle," un caballo que debía medir por lo menos unas 16 manos.
Todo parecía normal cuando el caballo hizo su entrada en la arena.
De pronto, "El Mofle" cabalgó, como poseído
por el demonio, hacia nosotros, que estábamos sentados directamente al frente,
en la segunda fila de la tribuna, Antes de que nos percatáramos, el caballo saltó sobre la tribuna y cayó muy cerca
de una señora que estaba sentada adelante mío.
La señora se salvó casi por milagro, pero su pierna izquierda fue ligeramente golpeada.
La señora era Doña Rosita Bustamante,
suegra del delegado municipal y residente del valle por un gran tiempo.
Ayudé a Doña Rosita a curar su herida, y muy pronto estaba ella en camino de recuperación.
Después del accidente, mi amistad con Doña Rosita fue en aumento.
Mis visitas al valle, las cuales se hicieron más frecuentes con el tiempo, siempre incluían una visita
a Doña Rosita. A pesar de su edad, su conversación era ágil y amena, y mostraba tener el conocimiento que sólo el tiempo otorga. Fue ella quién nos sugirió estudiar los
cambios climáticos en el valle,
los cuales comenzamos en 1998, algún tiempo después de su sensible fallecimiento.1
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