En diciembre de 1993, visité
India invitado por el Instituto Nacional de Hidrología.
La mayor parte de la visita, apoyada por el Programa de Medio Ambiente de las Naciones Unidas
(PNUMA), fue una estadía de tres semanas en el Centro Regional de las Llanuras del Ganges, en Patna,
Bihar, en la India Nor-oriental. Durante mi estadía en
Patna, hice un viaje a Birpur, 275 km hacia el noreste,
y luego a Chatra, en la frontera con Nepal, 60 km al norte, para visitar
el proyecto del Río Kosi.
Durante este viaje estuve
acompañado de los señores Lohani, Jha, y Thakur, científicos del
Centro Regional de Patna.
Al regreso del viaje, nuestro grupo tomó el tren nocturno de Birpur
a Patna, en primera clase,
y luego de la acostumbrada charla, nos dispusimos a gozar de un merecido descanso.
Grande fue nuestra sorpresa al notar que en una de las paradas de reglamento, el tren fue
repentinamente invadido por cientos de personas, las cuales querían
transportarse a alguna ciudad ubicada más adelante en el camino.
Uno de mis acompañantes especuló que estas gentes se dirijían a un
mitin politico, y que no veían otra manera de viajar. Había gente por todos lados,
empacados como sardinas,
así que nos fue imposible salir de nuestra cabina, aun para ir al baño.
En ese momento pensé que si se me presentaba la urgencia de hacer precisamente esto,
hubiera tenido que idear alguna otra manera de satisfacer esta necesidad básica.
Felizmente para nosotros, el tren paró en una de las siguientes ciudades,
y los invasores fueron conminados por la policia,
y conducidos a la cárcel, marchando en formación de tres columnas, y restringidos entre el tren y una cuerda.
En tanto pasaba todo esto, yo saqué la cabeza por la ventana, y lo que ví
esa fría manaña me hizo recordar esas escenas clásicas de Hollywood, completas
con gentío, estación de tren, policía,
el color del lugar, y por encima de todo,
ese caos ordenado que muy bien describe la típica
escena urbana en India.
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