En abril del 2001, viajé a Oaxaca, México, integrando una delegación
de profesores de SDSU a la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO).
Una tarde, Pablo López Hernández, decano de la Facultad de Arquitectura,
me invitó a visitar la planta de tratamiento de aguas servidas de Etla, en el extremo norte de la ciudad.
Llegamos a la planta un poco tarde, a las 5 pm, y la encontramos cerrada.
Mi colega divisó una abertura en la parte trasera, y procedió a entrar.
Yo lo seguí instintivamente, sin notar que estábamos atravesando un pequeño basural.
Una vez en el basural, tuvimos que pasarlo rápidamente, recorriendo una distancia como de unos 60 m.
Antes de llegar al final, debí pisar un nido de avispas, pues ellas salieron en plan de batalla y procedieron
a atacar al invasor, es decir a mí!
Todo el incidente duró unos pocos segundos, y yo me defendí como pude,
pero una avispa alcanzó a picarme en la parte trasera de la mano. Pedí ayuda a Pablo, el cual dijo: "No te preocupes, mi señora es médica,
la llamaremos y ella recetará algo."
Inmediatamente sacó su cellular, llamó a su esposa,
obtuvo la receta, y muy pronto estábamos ya en camino a una farmacia, la cual encontramos muy cerca
(al parecer, en México hay una farmacia en cada esquina!).
Más rápido que esperado, estaba en camino hacia la recuperación de la picadura de la avispa de Etla.
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