En el verano de 1989, viajé a Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, para efectuar una consultoría
en relación al proyecto de control de inundaciones
del Río Piraí.
Mi labor era calcular el tránsito de sedimentos para establecer las cantidades de arena que se depositan en el lecho
del río anualmente.
En nuestra primera reunión, propuse usar
el método de Colby para el transporte de arenas.
Mi propuesta fue criticada por uno de los supervisores,
el que argumentó que la aplicabilidad
del método de Colby a ríos bolivianos no había sido demostrada. Yo mencioné que
en mi concepto no había otro método más adecuado
para el transporte de sedimentos en lechos arenosos, y que las arenas cuarcíticas eran las mismas en todas partes.
Como no hay un método específicamente
desarrollado para ríos bolivianos, acordamos usar el método de Colby,
quedando pendiente la verificación.
Las mediciones de gasto sólido fueron efectuadas en el invierno de 1990.
Construimos la curva de
gasto sólido vs. gasto líquido,
y procedimos a comparar los valores medidos con los
calculados. Para nuestra sorpresa, la congruencia de los datos fue excelente,
mostrando una correspondencia a través de un rango amplio de gastos líquidos.
De esta manera se confirmó la bondad de
mi argumento: las arenas cuarcíticas eran las mismas en todas partes, y por lo tanto, del método
de Colby era aplicable al Rio Piraí.
Un examen detallado de los datos reveló,
sin embargo, que los valores calculados
podían tener un error del 100% respecto a los medidos,
circunstancia que es bastante conocida en la práctica de la ingeniería de sedimentos.
Es casi imposible obtener exactitud en la modelación del transporte de sedimentos, el cual
puede fluctuar varias órdenes de magnitud del flujo de estiaje
al flujo de avenida.
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