En abril de 1979, aún temprano en mi carrera profesional, acepté un trabajo de consultoría haciendo una
modelación hidrológica
para EDIBAP (Estudio de Desarrollo Integral de la Cuenca del Río Alto Paraguay), en Brasilia.
El objetivo era modelar el flujo de los tributarios
del Río Alto Paraguay, antes y después
de los desarrollos propuestos,
para estudiar el impacto en los flujos aguas abajo. Nuestros resultados alimentaron el modelo SSARR del Río Alto Paraguay,
que era operado en ese entonces
por una agencia del gobierno brasileño.
Mi supervisor era Hugo Benito, un ingeniero hidrológico con mucha experiencia en la modelación de grandes ríos
de América del Sur.
Yo aún sumaba
pocos años de experiencia
fuera de la universidad, y apenas
había
trabajado con ríos
grandes, particularmente
con aquéllos que desbordan regularmente sus cauces.
Yo tenía cierta idea de cómo las ondas cinemáticas--
la mayoría
de las ondas de avenida son cinemáticas--tenderían
a empinarse conforme se propagasen aguas abajo.
Conversando con Hugo, le mencioné
que esperaba que nuestros resultados
mostraran este aspecto del flujo de avenidas.
Grande fue mi sorpresa cuando Hugo dijo: "Las ondas de avenida no se empinan. Por lo menos no en el Río Paraguay!"
Percibí que Hugo sabía lo que decía,
y yo no estaba aún
en posición de argumentar nada en su contra.
Luego de más estudio, aprendí que las ondas de avenida pueden empinarse o amortiguarse, dependiendo
de la interacción del flujo con la geometría de la sección transversal.
En general, cuando las ondas permanecen
dentro del cauce principal, tienen la tendencia a empinarse; por el
contrario,
cuando se desbordan fuera del cauce, la tendencia es a amortiguarse.
Tanto Hugo como yo estábamos en lo correcto,
y la experiencia me sirvió para reforzar
mis conocimientos sobre el comportamiento de las ondas de avenida.
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