En diciembre de 1993, viajé a Patna, en Bihar, India, para hacer
una consultoría en el Instituto de Manejo de Agua y Tierra de Bihar, apoyado por el
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Después del primer día de trabajo, me retiré a mi habitación en la casa de huéspedes
del Instituto.
Notando que no había papel higiénico en el baño,
pedí al personal del hospedaje que resolvieran el problema inmediatamente.
Dos días después aun mi pedido no había sido satisfecho; por tanto,
hablé nuevamente con la persona encargada, esta vez
con voz más perentoria, esperando
obtener resultados. La persona pidió mil disculpas, arguyendo que habían estado
buscado el papel higiénico por toda
la ciudad, sin mucha suerte. Esto me pareció extraño,
por lo que insistí que acomodaran mi pedido, el que eventualmente satisfacieron.
Años después,
mientras investigaba el tema del saneamiento alternativo, aprendí
que en este mundo las personas se clasifican en dos tipos:
los que limpian y los que lavan.
Mientras que en el Oeste (Europa y America) la mayoría de la gente es de los que limpian,
en el Este (Asia) la mayoría son de los que lavan.
Solamente así mi experiencia en Patna tenía sentido: yo era un solitario limpiador en un océano
de lavadores.
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