En diciembre de 1993, hice una consultoría en el Instituto Nacional de Hidrología de la India,
en su Instituto de Manejo de Agua y Tierras (WALMU), en Patna, Bihar. La primera noche en la Casa de Huéspedes,
me fue imposible comer la comida que habían servido, pues estaba muy picante
para mi gusto. En forma cortés, le indiqué al mesero que le dijera al cocinero que disminuyera la cantidad de chile.
Al día siguiente, la comida estaba igual de picante. Le volví a indicar al mesero que redujeran el chile en mi comida.
Al tercer día, al ver que el problema no había sido resuelto, decidí tomar las cosas por mi cuenta.
Entré a la cocina con la intención de decirle al cocinero que me iba a matar de hambre si continuaba poniendo tanto chile en la comida.
Grande fue mi sorpresa al encontrar al cocinero preparando el plato, no en una olla convencional como me lo había imaginado,
si no directamente en el suelo, tal como aparentemente es la costumbre en Patna. Tenía preparado una pequeña
montaña de chile y otros condimentos en polvo,
semejando un pequeño volcán, y estaba poniendo una cuantas papas en el centro.
En ese momento me di cuenta por qué no podía cumplir con mi pedido.
Debía haberle dicho que aumentara la cantidad de papas,
en vez de que redujera la cantidad de chile. La moraleja del cuento es: Culturas diferentes tienen perspectivas diferentes.
| ||
|