A principios de la década de los años 1970, estuve empleado como ingeniero civil
en una importante firma consultora en Lima, Perú.
Por varios años, estuve a cargo de numerosos estudios de investigación de suelos.
Uno de estos estudios me llevó al sitio del Sheraton Lima Hotel, un edificio de 20 pisos
que estaba siendo construído en ese entonces en el centro de la ciudad.
La geología de la región es bien conocida, consistente en materiales aluviales gruesos muy bien compactados,
en su mayoría arenas, gravas y cantos rodados, un material ideal para cimentaciones de edificios.
Sin embargo, el ingeniero responsable de la obra no estaba seguro. Para reducir el riesgo,
solicitó tres sondeos exploratorios, a una profundidad de 30 m cada uno.
Nosotros arguimos que la solución de calicatas sería más económica y segura para verificar
las características del material de cimentación. En base a esto, recibimos el contrato para ejecutar el estudio.
Como era nuestra constumbre, empleamos a un equipo experimentado de mineros provenientes de Huancavelica, liderados por un hombre llamado
Zenón.
Nuestro equipo completó las calicatas, cada una de 1.5 m de diámetro y 30 m de profundidad, en tres semanas.
Confirmamos la existencia de un material gravoso-arenoso muy bien compactado a través de todo el perfil del suelo.
Una vez terminado el trabajo, el ingeniero responsable casi no podía creer lo que veían sus ojos.
Estuvo particularmente impresionado que habíamos completado el trabajo sin usar equipos
complejos, solamente con pico, balde, y un sistema de cuerda y polea.
Ordenó el llenado de los huecos con concreto y el contrato pagado inmediatamente.
Así, la moral de la historieta: No se necesita ser complicado para ser efectivo.
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