1. INTRODUCCIÓN
La pregunta de cuánta agua puede ser bombeada de un acuífero sin que éste deje
de ser sostenible no tiene una
respuesta clara.
En principio, la decisión parece estar relacionada con
hidrogeología.
¿Cómo afecta esta decisión a la vegetación superficial? ¿Cómo afecta
la relación entre el agua superficial y el agua subterránea? ¿Cómo afecta los derechos de agua establecidos?
¿Cómo afecta el hundimiento del terreno y la intrusión de agua salina
en las zonas costeras?
(Ponce, 2006).
En las últimas dos décadas, se ha demostrado ampliamente que la sostenibilidad de un acuífero tiene poco
que ver con sus propiedades hidrogeológicas (Alley et al., 1999). La atención se centra ahora en la
preservación de los ecosistemas y los derechos de agua establecidos
(Ponce, 2014). Este cambio
de paradigma se debe al hecho de que las aguas subterráneas no son un volumen a extraer,
sino más bien un flujo a reconocer. En su artículo seminal sobre hidrogeología,
Theis (1940) escribió:
"Todas las aguas subterráneas de importancia económica están en proceso de pasar de
un lugar de recarga a un lugar de descarga. En condiciones naturales, antes del
desarrollo de los pozos, los acuíferos se encuentran en un estado de equilibrio dinámico.
La descarga de pozos es una nueva descarga superpuesta a un sistema previamente estable,
y debe equilibrarse mediante: (a) un aumento en la recarga, (b) una disminución en la
descarga, (c) una pérdida de almacenamiento, o (d) una combinación de estos."
En este artículo tratamos el tema de la cuantificación de la sostenibilidad del
agua subterránea. Estudios hidrológicos
detallados a escala de cuenca ayudarán a determinar las cantidades
apropiadas para casos específicos.
2. FLUJO DE AGUAS SUBTERRÁNEAS EXPLICADO
El flujo de agua subterránea es extremadamente complejo, variando en el espacio
(en tres dimensiones) y el tiempo (a través de varias escalas). En general, los acuíferos pueden
clasificarse en: (a) confinados o no confinados, y/o (b) cuaternarios
(aluviales) o terciarios (rocas fracturadas) (Ponce, 2006). Una evaluación de la sostenibilidad dependerá en gran
medida del tipo de acuífero y de la escala del problema; es muy probable que trascienda
la hidrogeología para abarcar una gama de campos afines (Ponce, 2007). En este artículo nos enfocamos principalmente en acuíferos
no confinados, predominantemente aluviales de tamaño local o regional, como una primera
aproximación al análisis.
Toda el agua subterránea está en constante movimiento
desde una zona de mayor potencial a una zona de menor potencial, siendo
el océano más cercano el destino final
de toda el agua subterránea. Sin embargo, dependiendo de la
geomorfología del terreno, el agua subterránea podría eventualmente exfiltrar
a los humedales y cuerpos de agua permanentes, o aparecer como
el flujo base de los ríos (Fig. 1). Está claro que
las aguas superficiales y subterráneas están intrínsecamente conectadas: El agua subterránea
puede convertirse en agua superficial en el espacio y el tiempo, y viceversa. De ello se
desprende que la explotación del agua subterránea podría afectar el agua superficial y
otras partes del ciclo hidrológico en las cercanías (Ponce, 2014).
Para ahondar aún más en la complejidad del problema, reconocemos que un análisis de aguas subterráneas adolece de un gran limitante: El tamaño del volumen de control no es fijo. Como todas las aguas subterráneas están conectadas, definir los límites de un volumen de control es forzosamente un ejercicio arbitrario. A diferencia del agua superficial, que está restringida al límite pertinente de cuenca, no existe un límite similar o correspondiente para el flujo de agua subterránea. Haciendo eco de la declaración de Theis, reiteramos que el agua subterránea no es un volumen, sino un flujo. Un volumen de control definido arbitrariamente tendrá: (1) flujo de entrada (recarga), (2) flujo de salida (descarga) y (3) volumen almacenado de agua subterránea (agua que llena el suelo o los huecos entre rocas). El bombeo constituye una demanda externa, y su descarga se origina en cualquiera o en todos los tres componentes antes mencionados. Bajo esta óptica, tres escenarios son posibles (Fig. 2):
En un sistema típico de aguas subterráneas, la recarga consiste en todo el flujo que ingrese al volumen de control. Esto comprende:
Debe tenerse en cuenta que en un sistema altamente desarrollado, la recarga vertical puede incluir cantidades de reposición artificial de agua subterránea o flujos de retorno (Ponce, 2007). La descarga del volumen de control consiste en:
La cantidad de percolación profunda es en gran medida intratable. Usualmente se considera que es una fracción relativamente pequeña de la precipitación (un promedio global de ~ 2%) y, por lo tanto, insignificante en términos prácticos (L'vovich, 1979). En otras palabras, la filtración profunda es la pequeña fracción de precipitación que efectivamente se separa de las aguas superficiales. La Figura 3 muestra un esquema de los diversos flujos que prevalecen en el agua subterránea.
3. USO SOSTENIBLE DE AGUAS SUBTERRÁNEAS El tema central de la sostenibilidad es determinar cuánta agua se puede extraer de un acuífero sin que éste deje de ser sostenible (Alley et al., 1999). En el caso típico, la reposición del acuífero es lenta, demorando décadas, si no cientos o miles de años. Por lo tanto, se deduce que el bombeo excesivo de aguas subterráneas puede conducir al agotamiento y la consecuente falta de sostenibilidad. Como un acuífero puede agotarse fácilmente mediante un bombeo excesivo, podría pensarse que la solución es dejar los acuíferos sin explotar y usar sólo las aguas superficiales. A diferencia de las aguas subterráneas, el tiempo
de reciclaje de las aguas superficiales es un promedio global de Este enfoque, aunque aparentemente razonable, elimina la práctica del bombeo de aguas subterráneas establecida durante el pasado siglo en las sociedades desarrolladas. Argumentamos aquí que esta solución extrema es políticamente incorrecta. El uso del agua subterránea no puede y no debe ser completamente eliminado; más bien, debe regularse con el objetivo de gestionar, mitigar y/o minimizar el agotamiento, a fin de enfrentar el difícil desafío de la sostenibilidad.
La discusión entonces se desplaza a los componentes del balance de agua subterránea.
El riego agrícola es el ejemplo clásico de uso consuntivo, particularmente cuando las aguas de drenaje (y el drenaje es demostrablemente una necesidad imperiosa en regiones áridas/semiáridas) se recolectan y eliminan de las instalaciones a través del flujo superficial (Fig. 4). Otros usos (domésticos o industriales) pueden ser consuntivos o parcialmente consuntivos, dependiendo de la situación local.
Si bien el concepto de rendimiento sostenible ha sido reconocido sólo recientemente (Alley et al., 1999), el más antiguo concepto de un rendimiento seguro ha existido
por casi más de un siglo Lee definió el "rendimiento seguro" como el límite de la cantidad de agua que se puede extraer de un acuífero, de forma regular y permanente, sin un agotamiento peligroso de la reserva. Señaló que el agua extraída permanentemente de un depósito subterráneo reduce el volumen de agua que pasa a través de la cuenca a través de canales naturales, es decir, la descarga natural. Para ilustrar la existencia de esta descarga natural, Lee observó que el bombeo incontrolado generalmente conduce a la desecación de manantiales y humedales (Ponce, 2014). Por lo tanto, Lee distinguió entre un rendimiento seguro teórico, igual a la recarga natural, y
un rendimiento seguro práctico, un valor inferior que tiene en cuenta la necesidad de mantener una descarga residual
Según Lee, la descarga residual debe determinarse y deducirse del rendimiento seguro teórico para obtener el rendimiento seguro práctico. Durante las últimas dos décadas, este último se ha transformado en rendimiento sostenible, el cual va más allá de la hidrogeología. ¿Cuánta debe ser la descarga residual cuando se evalúa el rendimiento sostenible? En los casos en los que la descarga capturada debe minimizarse debido a la existencia de derechos de terceros aguas abajo (manantiales, humedales y/o flujo de base), se deduce que muy poco o nada de la recarga casi horizontal podría capturarse sin comprometer los derechos de terceros. Bajo condiciones
de no equilibrio, el bombeo del 100% de la recarga natural teóricamente podría resultar en la captura de hasta el 50%
de la descarga natural En el límite asintótico, es decir, en condiciones de quasi equilibrio, casi cualquier cantidad de captura provendría de la descarga y podría comprometer derechos adquiridos aguas abajo. Esta imagen un poco sombría mejora cuando se reconoce que la descarga vertical, es decir, la fracción de precipitación local que logra alcanzar el nivel freático, no se incluye específicamente en la determinación de la recarga (casi horizontal). Por lo tanto, una resolución del conflicto de derechos entre las aguas superficiales y subterráneas podría ser la captura de una fracción o la totalidad de la recarga vertical. Este cambio de captura casi horizontal a vertical se basa en el hecho de que la recarga casi horizontal es de alcance regional o mayor, mientras que la recarga vertical es esencialmente local. Bajo esta óptica, toda recarga vertical podría estar sujeta a captura. Además, al basar la determinación del rendimiento sostenible únicamente en la recarga vertical probablemente disminuya el argumento de que la captura mediante bombeo podría afectar negativamente a los ecosistemas y aguas superficiales vecinas.
4. EL EQUILIBRIO HIDROLÓGICO CIBERNÉTICO
Con el fin de cuantificar adecuadamente la recarga vertical y, por lo tanto,
poder manejar el rendimiento sostenible del agua subterránea, recurrimos
al equilibrio o balance hidrológico cibernético, el cual es más adecuado para la hidrología de rendimiento que el balance convencional (L'vovich, 1979;
Ponce, 2018).
En el enfoque cibernético del equilibrio hidrológico, la precipitación anual se separa en dos componentes (Fig. 5):
en donde S = escurrimiento superficial, es decir, la fracción de escurrimiento que se origina en la superficie terrestre, y
A su vez, el humedecimiento se divide en dos componentes:
en donde U = caudal base, es decir, la fracción de humedecimiento que se filtra como el flujo de corrientes y ríos en seco, y V = vaporización, es decir, la fracción de humedecimiento regresa a la atmósfera como vapor de agua. Escorrentía (es decir, escorrentía total) es la suma de la escorrentía superficial y el caudal base:
Combinando las Ecs. 1 a 3:
Las Ecuaciones 1 a 4 constituyen un conjunto de ecuaciones de balance hídrico. Se pueden definir cuatro coeficientes de balance hídrico: (1) coeficiente de escorrentía, (2) coeficiente de flujo base, (3) coeficiente de humedecimiento y (4) coeficiente de recarga. El coeficiente de escorrentía es:
El coeficiente de flujo de base es:
El coeficiente de humedecimiento es:
El coeficiente de recarga del agua subterránea es:
5. ESTUDIO DE CASO
La metodología descrita en este artículo es aplicada a los datos de la
cuenca del río Sarada, aguas arriba de Anakapalli, en Andhra Pradesh, India
(Fig. 6). La cuenca está situada entre los Ghats orientales y la costa oriental
de la India, y presenta un clima subhúmedo (Ponce et al., 2000),
con un área de drenaje de 1980 km2.
Se analizan once (11) años de datos de precipitación-escorrentía. Los datos de precipitación consisten en hietogramas de lluvia diaria y los datos de escorrentía consisten en el hidrograma medido en la boca, o salida, de la cuenca. Los hietogramas anuales se usan para calcular la precipitación anual P (mm). Cada hidrograma anual se integra para obtener la escorrentía R (mm). La escorrentía superficial S (mm) se obtiene por separación del hidrograma utilizando principios establecidos (Ponce, 2014). La matriz de P-R-S se usa para calcular el balance hídrico en línea 2. La Figura 7 muestra los resultados tabulares del programa en línea, donde el coeficiente de recarga de agua subterránea Kg se da en la Col. 11. La Figura 9 representa Kg frente a la precipitación anual media P, en orden ascendente de precipitación. A pesar del ruido aparente en los datos, se observa que la tendencia general es a un aumento en Kg con un aumento en P.
6. COEFICIENTES DE RECARGA Y RENDIMIENTO SOSTENIBLE
La recarga vertical del agua subterránea es la fracción de precipitación que alcanza el nivel freático. Para cualquier precipitación
media anual y, por ende, para cualquier precipitación anual, el coeficiente de recarga puede interpretarse como la cantidad de agua
que podría capturarse por bombeo, al mismo tiempo que se garantiza un rendimiento sostenible. Ostensiblemente, esta estrategia no compromete
ninguna parte de la recarga (o descarga) casi horizontal. Cabe notar que la
conversión de la descarga en recarga, como resultado directo del bombeo,
ha sido un punto contencioso en
las evaluaciones de recursos de agua subterránea desde hace muchos años (Kazmann, 1956).
Para cualquier cuenca hidrográfica, el coeficiente de recarga debe evaluarse siguiendo el equilibrio o balance hidrológico cibernético descrito
en este artículo (Ponce, 2018). Dada la variabilidad hidrológica natural, en cualquier año, la producción sostenible
de agua subterránea, es decir, la cantidad permisible de captura, podría basarse prácticamente en la cantidad de precipitación que ocurrió
en el año anterior. Las cantidades de reabastecimiento artificial y/o flujos de retorno, de haberlos, pueden
agregarse a la recarga vertical (natural) en este momento (Ponce, 2007).
7. RESUMEN Y CONCLUSIONES
Los conceptos de rendimiento seguro y rendimiento sostenible del agua subterránea se analizan y comparan en el contexto de un equilibrio
o balance hidrológico. Todos los flujos de recarga y descarga son debidamente contabilizados. Como el agua subterránea es un flujo, no un volumen,
el aprovechar la recarga natural casi horizontal puede comprometer los derechos de otros usuarios en las cercanías, incluidos los ecosistemas
naturales, humedales, cuerpos de agua, y el flujo base de los ríos. Aquí argumentamos que la recarga vertical, es decir, la recarga que se origina en la precipitación
local, es la única recarga que puede ser aprovechada libremente en la
captura de aguas subterráneas si el objetivo es evitar comprometer los
derechos de terceros.
Se desarrolla una metodología para evaluar la recarga vertical. La metodología se basa en el balance hídrico cibernético de
L'vovich, incluida la definición de un coeficiente de recarga de agua subterránea (L'vovich, 1979). Este coeficiente representa la fracción
de precipitación que alcanza el nivel freático; por lo tanto, se puede usar para evaluar el rendimiento sostenible del agua
subterránea. Cualquier cantidad de captura de aguas subterráneas por encima de la recarga vertical debería demostrar, mediante estudios
ecohidrológicos y de flujo de base, que no afecta significativamente los derechos establecidos.
La calculadora
en línea balance hídrico 2
asiste al análisis.
RECONOCIMIENTOS
Los autores desean reconocer a Donna Tisdale y a los vecinos de la comunidad de Boulevard, en el sureste del condado de
San Diego, California, EE.UU., por su apoyo a la investigación teórica y aplicada en el tema de la sostenibilidad del agua subterránea en los
últimos 12 años. Los datos de la cuenca del río Sarada fueron proporcionados por el Dr. Y. R. S. Rao,
científico del Instituto Nacional de Hidrología, Roorke, India.
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200926 04:00 |